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La felicidad y prudencia

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Cuando soy feliz, nada me importa ¿Si nada me importa, cómo sé que soy feliz? R.Guzmán Señal, 16x24, monotipia s/papel  Conozco a mucha gente que no soporta la navidad pero al mismo tiempo conozco a mucha gente a quienes les encanta. Es difícil tomar partido porque se trataría de estar, o en el bando de los aguafiestas o en el bando de los festivos. Y cabe la posibilidad de que algunos, como es mi caso, no nos sintamos ni en un bando ni en otro porque sencillamente no nos gustan los bandos. Escribir sobre este asunto en plena efervescencia navideña resulta un tanto incómodo, porque las reflexiones aleccionadoras también acaban hartándonos: cambiemos los valores de la navidad, seamos mejores personas, no vivamos sólo lo material y a la vez no olvide comprar su regalo, ni salir a la calle para participar en las diversas manifestaciones comerciales-tradicionales. Particularmente me sucede que la navidad tiene un efecto nostalgizante para mí. Recuerdo siempre