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Mostrando entradas de julio, 2016

Aburrimiento, ocio y hastío

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Estudio en Le Racou (acuarela alla prima) Cuando pienso en el ocio, las primeras imágenes que vienen a mi mente son aquellas tardes de niñez en las que no sabía qué hacer porque estaba aburrida. Estaría en casa de alguna tía cuyos hijos al ser mayores que yo no servían como compañeros de juegos, y, como tampoco éra del barrio, en principio, jugar con otros niños no era una opción inmediata. Allí en la hamaca, bajo un guanábano veía ir y venir las moscas bajo un calor sofocante. A lo lejos se oían las conversaciones de los adultos y más cerca las de mi imaginación, que hoy recuerda al poeta que alaba a las moscas: “Moscas del primer hastío en el salón familiar/Aquellas tardes de estío en que yo aprendí a soñar.” Y sí, así aprendí yo a soñar. En ese ocio forzado, insufrible, caluroso y sediento se gestaron las ideas, se activó el mecanismo de la imaginación que me llevó lejos de allí. Era el   famoso aburrimiento al que se refiere Russell en La Conquista de la Felici

Sobre la sensibilidad intelectual

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Sólo una cosa no es la intelectualidad: exceso. Creo que en mis propias palabras reproduzco una advertencia que por siglos ha estado presente en la filosofía aquí y allá, Nietzsche la metaforizó cuando pensaba en la existencia de una especie de intestino del conocimiento. Ya antes de Nietzsche la tradición había hablado de mesura y de término medio pero no se trataba de validar la fórmula de ni lo uno ni lo otro sino todo lo contrario , se trataba de encaminar al pensamiento hacia una opción lo más abierta posible en la cual pudieran concurrir diversas opiniones sin quebrantar el punto de vista, sino, antes bien, ampliarlo. Ahora quiero referirme a eso que llamo sensibilidad intelectual y que no tiene nada que ver con la razón emocional, recién recuperada el siglo pasado por Goleman y novedosa para los desconocedores de Aristóteles. Cuando los intelectuales practican los excesos que conducen al egotismo, al  yo sé más y mejor que tú , a un ejercicio del poder del