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Mostrando entradas de noviembre, 2012

Vivir sin Filosofía

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      Un mundo sin filosofía es inconcebible por antinatural. Una de las primeras actividades complejas y gratificantes que aprendió el ser humano después de la religión y el arte, fue la filosofía. Y aunque se crea que esto no era importante para nuestra especie, el hecho de poder reflexionar, pensar en posibilidades imposibles y remotas provocó un milagro: ya no se ocuparía sólo de cosas inmediatas sino que también probaría la sensación del largo plazo, de lo que no se podía alcanzar ahora pero que a fuerza de un trazo seguro sobre el futuro podía dibujar la esperanza.   Como por arte de magia su vida se estiró y dejó de ser inmediatista y efímera para convertirse en algo más, una vida lanzada al futuro, al proyecto.   Dicho esto, vivir sin filosofía implica vivir en el presente absoluto, cosa que se ha puesto de moda a partir de una malísima interpretación del ‘vive el presente’, ‘vive el día a día’.   Vivir el presente   es la cosa más loca que he escuchado

Cocina con absoluto derroche

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En épocas de incertidumbre como la actual, además de sentirnos descentrados tenemos la tendencia de anclar nuestro pensamiento a lo apocalíptico. Los noticieros no nos dan tregua y la gente de la calle casi se conforma con repetir el desánimo. Esta repetición es una especie de convención social para mantenernos activos en el mercado del intercambio inter humano. Es como si cometiéramos un delito al no quejarnos y temiéramos ser estigmatizados de insensibles.   Negarse, sin embargo, a ver lo que ocurre a nuestro alrededor tampoco es una buena fórmula porque es cierto que hay gente desconcertada que necesita urgentemente de apoyo, ilusión y una ingente cantidad de solidaridad. Solidad no reglada, no de ‘onegés’, solidaridad de mirada compartida, de cuidado, de sonrisa y de esperanza.   Ayer, era domingo, mi espíritu se había levantado tranquilo aunque con un pequeño dolor de cabeza. Hice el café, su olor me despertó como siempre y me trajo a la mente tantos recuerdos. Mi ca

La Palabra y el mundo.

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“ −Cuando yo uso una palabra, dijo Zanco Panco con un tono de voz más bien desdeñoso, quiere decir lo que yo quiero que diga, ni más, ni menos. −La cuestión, insistió Alicia, es si se puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes. −La cuestión es, zanjó Zanco Panco, saber quien es el que manda...eso es todo". Lewis Carrol, Alicia a través del espejo.       Sobre el uso de los términos y de las palabras se ha escrito mucho. Cada día nos levantamos con un espectáculo de palabras que sucede en nuestra cabeza como un tiovivo de imágenes, sensaciones, apegos, antipatías.   Si el día es gris, entonces busco una narración para el día gris. Puede ser que me haga sentir melancólica o feliz. Su luz me puede impresionar o no y viéndola me pregunte qué significa para mí. Y en la respuesta a esa pregunta construyo mi mundo de ese día. Todo cambia si una palabra me invita a pensar o si mi cabeza está en silencio, de allí su importancia.   Liar